lunes, 13 de julio de 2009

ESCAPULARIO DEL CARMEN


Con cuanto amor cuida la Madre del Cielo de sus hijos peregrinos en la tierra, que nos dio el escapulario, un pedacito de tela marrón que llevamos los católicos como símbolo de nuestra devoción. Pero, qué es el "escapulario"; la palabra viene del latín scapularis, referente a la espalda (escapula u omoplato). Además, el escapulario es un sacramental (signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida -Catecismo #1667), símbolo de nuestra devoción a María Santísima y a Sus promesas.

El 16 de julio de 1251, Nuestra Señora le entregó el escapulario a San Simón Stock, general de la Orden Carmelita, con la siguiente promesa:

"Este debe ser un signo y privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muera usando el escapulario no sufrirá el fuego eterno"

En principio fue usado sólo por los religiosos, pero la devoción se extendió entre muchos laicos, creando de esta forma la cofradía del escapulario.

En el siglo XIV, la Virgen se le apareció al Papa Juan XXII prometiéndole:
"como Madre de Misericordia con mis ruegos, oraciones, méritos y protección especial, les ayudaré para que, libres cuanto antes de sus penas, (...) sean trasladadas sus almas a la bienaventuranza" para quienes cumplan los requisitos de su uso, es decir para aquellos que mueran en estado de gracia y viviendo conforme a un hijo de Dios. Esta promesa se refiere a la liberación del purgatorio, el sábado siguiente a la muerte de quienes usen el escapulario con devoción y fidelidad, observen castidad de acuerdo al estado de vida y rezen el oficio de la Virgen (oraciones y lecturas en honor a la Virgen) o rezar diariamente 5 decenas del Santo Rosario.

Su imposición (entiéndase por la forma en la que se pone sobre los hombros, no como obligación de la Iglesia) y respectiva bendición se realiza una vez por todas, es decir que cuando hay necesidad de reemplazarlo no es necesaria una nueva bendición. Por respeto a lo que representa no se lo debe desechar sino, quemarlo o enterrarlo. Por último para quienes viven en lugares muy cálidos y húmedos o para quienes pudieran sufrir alergias por la tela, se lo puede sustituir por una medalla después de la bendición con la tela.

Acudamos, pues, a Nuestra Señora bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen para pedirle que nos asista en la hora de la muerte y que vivamos
hasta ese momento en la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo.

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