"¿Para qué sirve el Censo?, Para
saber cuántos somos, dónde y cómo vivimos y qué necesitamos..." Así
comienza una de las muchas propagandas difundidas por el INE (Instituto
Nacional de Estadística) para impulsar el Censo del 21 de noviembre en Bolivia,
pero, ¿será que realmente el Estado podrá planificar las estrategias
sociales, económicas, políticas, etc. obviando algo tan importante como la
Religión, sea cual sea, independientemente de la católica que es profesada por
un 80% aproximadamente? Tal vez sí, pero no con la precisión necesaria, pues
una vez más se trata a la persona como un consumidor o en el peor de los casos
y al estilo socialista, como un obrero que trabaja para el Estado, sin importar
sus fines de semana, feriados, domingos y vacaciones, y sobre todo, descuidando
a su familia, centro de toda sociedad. Y para esto, no tomarán en cuenta las
creencias de una población profundamente creyente y religiosa, cuando son éstas
las que aportan formación en valores como la solidaridad, honestidad, justicia,
etc. de la forma más humana que existe.
Tomando en cuenta esta variable,
cualquier asambleísta pensaría muy bien antes de proponer leyes asesinas a
favor del aborto u otras propuestas de sentido antinatural pues tendría que
enfrentarse a una gran mayoría de cristianos (católicos y protestantes) que aman
y defienden la vida, pero éste es sólo un ejemplo de tantos porque el Estado
debe ofrecer calidad de educación, salud y poner el bienestar del ciudadano
como objetivo principal de todas sus políticas.
Pero todo
esto nos debe llevar a reflexionar profundamente sobre la unidad de vida, ¿llevo
a Cristo a mi lugar de trabajo, a mi lugar de estudio o solamente me limito a
cumplir el precepto de los domingos y fiestas importantes?, especialmente en este
Año de la Fe, en el que estamos llamados a profundizarla y vivirla plenamente.